Las dos Charos

Cuando dos artistas deciden hacer coincidir sus obras en una misma exposición nuestra primera reflexión es que deben tener algo en común que las una. En este caso lo fácil y evidente parecería que ese nexo es su nombre, pero no conviene quedarse en la superficie de ese Charo y ese Txaro porque, indudable y afortunadamente, hay algo más. A Charo la conozco ya desde sus inicios y siempre la califiqué como una de las realidades surgidas de la Escuela de Cerámica de Avilés por más que ella haya perseverado en el aprendizaje y no se haya quedado –cosa que podía haber sucedido- en una simple copista de sí misma. A Txaro la conozco mucho menos, hasta confieso que menos de lo que debiera, pero la contemplación de algunas de sus piezas en exposiciones en Asturias me hacen pensar que estamos ante una ceramista preocupada por la utilización de lenguajes actuales y hasta comprometidos. Y en esto último coinciden ambas.

No es la primera vez que hacen coincidir sus carreras, pues lo han hecho ya en una intervención enmarcada en la actividad “Paraisorural 2018”, titulada De Casa y Comida en la que, una vez más, como lo han hecho a lo largo de sus carreras, vuelcan su mirada hacia la naturaleza, sea campo, playa, tierra o mar, unas veces para alterarla por la interacción de sus piezas y en otras ocasiones para extraer su esencia y trasladarla a futuras realizaciones. Charo lo ha hecho con bastante frecuencia en ejercicios que podrían encasillarse en una especie de íntimo y recoleto “land art” y Txaro ha reutilizado desechos, orgánicos o no, para integrarlos en sus piezas y denunciar el deterioro de una naturaleza cada vez más degradada.

Ambas, Charo y Txaro, gustan de utilizar patrones para, aprovechándose de su multiplicación, ocupar suelos y paredes transformando lo unitario en colectivo, la pieza individual en instalación. Ambas, en algún momento de sus trayectorias, se han fijado en elementos arquitectónicos, preferentemente la columna, transformándolos y dotándolos de un significado distinto. Ambas, y he podido constatarlo en el currículo de aquella a la que conozco menos, tienen cierta preferencia por la utilización de la gama cromática de los azules, tanto que Txaro ha utilizado ese color, en euskera, para titular una exposición como Urdin?. Ambas, pues ya que de algo hay que vivir, realizan piezas utilitarias tan alejadas de la seriación que podrían pasar por piezas únicas si es que no lo son ya por mor de una técnica que nunca permite –cosas del fuego o de las temperaturas- la exacta reproducción.

Lo tengo muy claro… ambas Charo Cimas y Txaro Marañón son dignos ejemplos de eso que se viene persiguiendo y que no me canso de proclamar: la cerámica es un ARTE.

Ramón Rodríguez