En sus pinturas acrílicas Sükrü Karakus convoca diferentes sistemas de ordenación y comprensión del mundo, tratando de acoplar la compleja disparidad de estructuras informativas y sensitivas que nos conforman.

Lo personal se imbrica con lo universal, de modo que su origen cultural y geográfico palpita en evocaciones abstractas a la mística sufí y al mar mediterráneo, sentidas desde el encadenamiento de distintos niveles perceptivos, desde lo micro a lo macro, de las células al cosmos.

Guiños a la pintura industrial y a la estética del papel pintado ofrecen un primer nivel de lectura, tras lo que incursiona en distintos parámetros de realidad, física y virtual, mental y sensitiva. Pues ese aparente decorativismo se impregna de alusiones al arte ornamental árabe, haciendo de los ritmos geométricos transcripciones de orden espiritual que a su vez se imbrican con el lenguaje electrónico. Los tonos metalizados que revisten formas tubulares como de circuitos integrados conviven con microorganismos y redes neuronales, o con formaciones galácticas.

Con una estética neo-pop, Karakus nos zambulle en el caudal tecno-urbano que conforma nuestros modelos de conciencia. Trata de poner orden en esa multiplicidad de inputs sensoriales, pero sin obviar su complejidad. Armoniza geometría y organismo, códigos cosméticos y cósmicos, tecnología y mística.

Anna Adell